No soy Érica

siempre tengo esta sensación
de que estoy a punto de explotar
de que soy frágil como un globo
que arrastrado por el viento
se eleva y se revienta
contra las ramas de algún árbol
pero siempre llego a una especie
de punto límite o encrucijada
y no pasa nada , absolutamente nada
los años de mi vida siguen transcurriendo
con una indiferencia exasperante
y es como caminar sobre vidrios
y que no me lastimen
aunque quiera que me lastimen
aunque quiera que todo termine
cada día consiste
en  mirame a los espejos
y mutilarme lenta y silenciosamente
olvidarme toda lentamente
olvidar cómo peinarme
o delinearme los ojos
olvidar cómo decir "por favor"
olvidar cruzar las piernas
olvidar sonreír como reacción
es mirarme en los espejos
y no sentir nada mientras
los mechones de pelo
que voy cortando
caen de a poco en  la pileta blanca
como una mortaja de porcelana
y mi rostro se desfigura
se desdibuja , se desenfoca
como en los sueños en que
se empañan los espejos
y soy otra , no soy Érica





Comentarios

  1. Sospecho que estas cosas se deben a la clase de sociedad en la que vivimos, en la que debemos fingir y ser un poco o totalmente otras personas. Y no nos reconocemos a veces, o parece que nos olvidamos de quien somos, y terminamos alienados. Y si no tenemos forma de hacer catarsis colapsamos, explotamos o implosionamos.

    Alguna vez creo que, hablando sobre las máscaras, mencioné una sensación de mirar el mundo desde atrás de una máscara. Es una forma de alienación, de no sentirse "anclado" a este mundo...
    Ya estamos hundidos en el posmodernismo, jaja!

    Por otro lado, a veces los nombres tienen alguna carga social, familiar, y no nos representan realmente. ¿Quien o qué es "Erica"?
    Esto me recuerda a Matrix, cuando le preguntan al protagonista sobre su "verdadero nombre" y responde "Neo", que es el nombre que eligió, el que relaciona con la identidad que desidió formarse a partir de su ideal de sí mismo.

    Yo, bueno, a veces Joaquín, a veces Ramiro, muy de vez en cuando Benjamín y muy seguido Jora. Pero soy muy presto a los alteregos. ¡Oh, gracias literatura y videojuegos por servirme de catarsis y alejarme de la psicosis!

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