Desconocidos

La infancia terminó
el último día en que
corté margaritas
y dalias rojas
di una vuelta
a la plaza
y me despedí
de aquella casa blanca
con ventanas verdes
Cuando volví
hubo un velorio
y fue el día
más amarillo
que se haya visto
Yo vestía de blanco
las señoras susurraban
los más chicos
corrían por ahí
Entonces caminé por
el camino pedregoso
me senté
en el tapialcito
pero no tuve fuerzas
para entrar
Había aparecido
la certeza de que
a pesar de los años
éramos un puñado
de desconocidos


Comentarios

  1. Genial. Que ritmo, me encanto. Me evoco un poema de Benedetti que habla de Montevideo:

    Montevideo quince de noviembre
    de mil novecientos cincuenta y cinco
    Montevideo era verde en mi infancia
    absolutamente verde y con tranvías
    muy señor nuestro por la presente
    yo tuve un libro del que podía leer
    veinticinco centímetros por noche
    y después del libro
    yo quería pensar en cómo sería eso
    de no ser de caer como piedra en un pozo
    comunicamos a usted que en esta fecha
    hemos efectuado por su cuenta
    quién era ah sí mi madre se acercaba
    y prendía la luz y no te asustes
    y después la apagaba antes que me durmiera
    el pago de trescientos doce pesos
    a la firma Menéndez & Solari
    y sólo veía sombras como caballos
    y elefantes y monstruos casi hombres
    y sin embargo aquello era mejor
    que pensarme sin la savia del miedo
    desaparecido como se acostumbra
    en un todo de acuerdo con sus órdenes
    de fecha siete del corriente
    eran tan diferente era verde
    absolutamente verde y con tranvías
    y qué optimismo tener la ventanilla
    sentirse dueño de la calle que baja
    jugar con los números de las puertas cerradas
    y apostar consigo mismo en términos severos
    rogámosle acusar recibo lo antes posible
    si terminaba en cuatro o trece o diecisiete
    era que iba a reír o a perder o a morirme
    de esta comunicación a fin de que podamos
    y hacerme tan sólo una trampa por cuadra
    registrarlo en su cuenta corriente
    absolutamente verde y con travías
    y el Prado con caminos de hojas secas
    y el olor a eucaliptus y a temprano
    saludamos a usted atentamente
    y desde allí los años y quién sabe.

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